Documental: Pixaçao | Sao Paulo
Hoy en Sao Paulo hierve un movimiento semi-organizado de jóvenes que expresan en las paredes de la ciudad su descontento, una ira incomunicable que surge como reacción a la exclusión social. Se trata de los Pixadores. A principios de los ochenta, cuando este peculiar movimiento pictórico protestante empezaba a tomar forma, nace también un hombre que hoy se hace llamar CHOQUE; se trata de un joven fotógrafo que se ha dedicado a seguir y a estudiar este movimiento cultural. Así, será a través de su trabajo fotográfico que nos aproximaremos al peculiar mundo de este singular fenómeno pictórico.
El Pixacao consiste en una protesta llevada a cabo por jóvenes que han sido expulsados de una ciudad que crece inexorablemente. Pero ¿quién los expulsó? Nadie, todos. No hay otro culpable que la mismísima ciudad y todos sus habitantes, de manera que es precisamente contra ella que las emprenden los pixadores: atacan a la ciudad, a la sociedad y a todo su establishment. Se trata de un ataque a escala extra-humana, una protesta que se parece más a un grito que a una palabra. Los oídos a los que se dirige ese grito son los oídos de toda la ciudad; el pixacao busca quedar como una cicatriz imborrable, y es por eso que se asienta en edificios olvidados y rincones oscuros; porque, a diferencia del graffiti que conocemos nosotros, el pixacao no busca llamar tanto la atención del transeúnte: antes que eso busca permanecer y encontrar su lugar, no importa dónde, siempre y cuando sea en la ciudad.
Sin embargo, últimamente el pixacao ha atacado con sus figuras violentas e ininteligibles una serie de espacios destinados a albergar exposiciones artísticas. Respecto a este fenómeno, y sobre todo por lo ocurrido en la 28 bienal de Arte de Sao Paulo, han surgido una serie de reflexiones respecto al valor artístico de esta expresión, poniéndose en duda, a su vez, el valor artístico de otras expresiones criticadas por el pixacao, aquellas que tienen como fin la comercialización: los pixadores aborrecen el comercio en general, ese comercio que desde hace siglos es el único objetivo de las ciudades y de cada una de sus células: nosotros, los seres humanos. El pixacao choca contra la cultura comercial, contra el mercantilismo, para ensuciar con escrituras obscuras, indigeribles, un mundo que busca ser antes que todo práctico. El pixacao no es práctico » no sirve para nada » no sirve a nadie » no es siervo de nadie: se manda solo y va a donde quiere, manifestándose sin vergüenza ni temor en cualquier lugar de la ciudad. Es así como el pixacao plantea una crítica a la situación actual del arte en general, en tanto lo acusa de estar más preocupado de lo comercial que de cualquier otra cosa.